martes, enero 29, 2008

El público y los músicos

Columna publicada en el semanario Les Noticies el pasado Viernes.
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Hace unas semanas hablábamos de cómo la cantidad de público que asiste a un concierto puede afectar al entusiasmo de los músicos. Pero no sólo es la cantidad de público lo que en ocasiones influye en la actuación de los que se suben a un escenario. También la actitud del público es determinante.

En Asturias (y en la mayor parte del norte de la Península) tenemos la suerte de poder disfrutar de gran cantidad de conciertos gratuitos al aire libre, la mayor parte de las veces en fiestas locales. Es normal que una buena parte del público no vaya al lugar del concierto interesado expresamente en la música, pero parece que desde siempre hay un sector del público que va a los conciertos con el único propósito de emborracharse. Cada uno es libre de hacer lo que quiera, pero de esa gente hay un pequeño porcentaje que puede arruinar el concierto tanto para los músicos como para el público que sí tiene interés en escuchar.

Hay algunos conciertos en los que parece que lo importante es que haya actividad hasta bien entrada la madrugada, para que el público consuma lo más posible en la barra. Al final, algunos de estos (y me viene a la mente la tristemente célebre noche de San Juan en Trasona) acaban siendo una pobre excusa para un concierto, convirtiéndose más bien en una aglomeración de gente que va “donde está la fiesta”. Afortunadamente, cada vez son más los grupos que ya no están dispuestos a tocar a horas absurdas ni a esperar más de 12 horas entre la prueba de sonido y la hora de la actuación.

Volviendo al tema, cuando voy como público a un concierto al aire libre es más que probable que alguno de los grupos que actúen no me interese expresamente. En esos casos, después de escuchar un par de canciones (nunca sabes cuando un grupo te va a sorprender gratamente) suelo aprovechar el momento para charlar con los conocidos o hacer cualquier otra cosa, pero siempre alejándome del escenario. Es cuestión de simple educación el saber respetar al resto de la gente y a los músicos.

Tres cuartos de lo mismo pasa en los conciertos en pubs. No me acaba de entrar por la cabeza cómo es posible que haya gente dispuesta a meterse en un local cargado de gente, lleno de humo y de calor humano si el concierto que hay no le interesa. En esas situaciones, si lo que quiero es charlar con mis colegas mientras tomo algo me voy a otro sitio (que no será porque no hay pubs y bares en Asturias) y dejo que la gente disfrute. Además así me ahorro el extra que se suele cobrar en las consumiciones para ayudar a pagar a los músicos.

Por esto mismo no me acaban de convencer las espichas-concierto de Tierra Astur, donde mientras comes y charlas hay un grupo tocando en un escenario. No es precisamente muy estimulante estar tocando delante de un público que casi sólo se acuerda de que hay un concierto cuando la música para entre canción y canción y su instinto les dice que tienen que aplaudir.

La otra cara de esto está en los conciertos en teatros o salas preparadas para ello. Ahí la mayor parte del público sabe lo que va a escuchar, pero a veces son conciertos más fríos.

Personalmente, yo no soy muy proclive a exteriorizar el hecho de que estoy disfrutando de un concierto más allá del aplauso, a pesar de que puedo estas disfrutando como nunca. Una sala llena de personas parecidas a mí desde luego que no trasmite mucho calor para los músicos.

Después de ver un montón de conciertos desde arriba del escenario como músico y muchísimos más desde abajo como aficionado, lo mejor es buscar un término medio. Lo que sí está claro es que cuando el público disfruta, los músicos también. Y cuando los músicos disfrutan lo hacen mejor. De esta forma se crea una especie de retroalimentación en la que todo el mundo sale ganando.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con mucho de lo que dices. Recuerdo con especial horror el concierto de Kornog en el Ca Beleño, lleno hasta la bandera de supuestos aficionados cuya mayor preocupación era ver cual decía la mejor ocurrencia.
Y como ese otros tantos en diferentes sitios.
Por eso me gustan los conciertos de pago. Garantizan por lo menos un mínimo interés de los que asisten.
Un Saludo
Pilar

Anónimo dijo...

Ya que estás en Glasgow, acepta la peticion de un anonimo visitante y ve a ver el concierto de Andy Irvine y Paul Brady. Me he quedado con las ganas y si me dices que ha merecido la pena me tendré que cortar las venas. Disfrútalo.

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo también. La primera (y última) vez que tuve ocasión de ver a Capercaillie me quedé con mal sabor de boca por un grupo de personas que tenía delante, charlando. Desgraciadamente esto no es ninguna novedad; mi asombro vino al reconocer a dos o tres de esas personas como miembros también de un grupo folk. Mal vamos si ni siquiera los propios músicos respetan a sus compañeros...

Anónimo dijo...

A ver ho, la música tamién cumple una función social, y nuna fiesta de prau ye la de divertir y entretener, nun pub la d'animar l'ambiente... ¡yera lo que faltaba!que nun pudieres falar na cai, tenemos la suerte n'Asturies de poder tar charrando colos amigos alredor d'unes botellines de sidra mientres ves una actuación y, al mio paecer, esi tipu d'eventos son bien bonos pa espardir la querencia pa cola nuesa música. Otra cosa son les actuaciones en teatros, onde sí vas a lo que vas, a disfrutar del bon facer d'un grupu que te presta, nun entornu distintu dafechu y con otra actitú. Creo que nun se puede ser tan ríxidu y los músicos tienen de saber adaptase a les circunstancies, ehí precisamente ye onde se demuestra la so profesionalidá.

Anónimo dijo...

Incluso si hablamos de conciertos de pagu, va a depender de la clase de públicu qu'asista al conciertu, el que esti tea animáu o non. Un exemplu: llevé l'añu pasáu a la mio neña a ver dos conciertos, un nel teatru del Atenéu de La Calzada pa ver a Tejedor y al poco fuimos a ver a Xuacu Amieva al Jovellanos. Nel primeru la neña pasolo en grande con un públicu animáu y entregáu que se levantó con les últimes canciones y bailó y too aplaudiendo a rabiar. Nel segundu, la xente tuvo más comedío, caún sentáu nel su sitiu y sólo se levantaron al final a aplaudir cuando los músicos se dispidíen. La guaha díxome que vaya conciertu más sosu (sólo tien diez años), el públicu en xeneral yeren vieyos pa ella. No así nel primeru.