En ocasiones, cuando escuchamos un tema o una canción, revivimos sensaciones que experimentamos al escuchar la misma música en un momento anterior. La música alegre y rápida nos pone alegres, especialmente si la relacionamos con buenos momentos. La música en la que predominan modos menores y los tempos más moderados nos pone melancólicos, tristes o pensativos. Los temas con tempos rápidos pueden excitarnos e incluso ponernos nerviosos. Las nanas ayudan a dormir a los bebés...
Además de estas cosas, que suceden de manera más o menos natural, es posible asociar sentimientos a diversas acciones de manera deliberada. En ciertos campos neurológicos esto se denomina Anclaje de Sentimientos. Mediante un proceso bastante sencillo se puede crear una asociación mental entre un elemento psicosomático (por ejemplo chasquear los dedos) y un sentimiento (por ejemplo tranquilidad). El proceso consiste en revivir mediante imágenes mentales una experiencia de nuestra vida en la que hayamos experimentado el sentimiento que queremos anclar. No es muy complejo, pero se nos sale un poco del tema. Lo curioso es que usando música se puede reproducir este proceso de forma casi automática.
Para explicar un poco todo esto me sirve de ejemplo una experiencia personal:
Cuando murió mi padre fui muy cuidadoso al escoger la música que ponía en ese momento. Era consciente de que probablemente la iba a asociar al estado de ánimo que tenía entonces. Sin querer, lo que hice fue encontrar algo que me sirvió como pequeña terapia de recuperación. Si bien lo hice de forma casi inconsciente y sin darle mucha importancia, ahora puedo racionalizar el proceso hasta cierto punto. Probablemente por casualidad, el tema que escogí me sirvió de forma inversa para unificar el sentimiento de dolor y de respeto con otro de serenidad y llevarlos hacia un estado de ánimo más positivo.
Primera parte del tema. El tema completo está al final.
The Barnsley Abacus de Sin É, el tema que se me ocurrió usar, comienza con un slow air precioso que siempre me recuerda a las horas que vinieron inmediatamente después al funeral de mi padre, pero es un tema tan elegante que es difícil relacionarlo únicamente con sentimientos negativos. Esa fue la elección consciente. Escogí el tema porque me gustaba, porque ya tenía esa conexión melancólica. Lo que vino después fue pura coincidencia y es algo por lo que le estoy muy agradecido a la gente del grupo. (Ver más adelante)
Para asociar a propósito una sensación a un tema musical lo mejor es escucharlo cuando estamos sintiendo lo que queremos anclar. Pongamos que acabo de tener un día fenómeno que me ha salido todo de forma excelente y al ir a dormir tengo esa sensación de que nada puede ir mejor. Quiero poder conservar esa sensación al día siguiente y en el futuro. Lo que hago es poner un tema que me gusta para que cada vez que lo escuche pueda revivir esa sensación de plenitud. El proceso sería el siguiente:
1. Tener clara la sensación que queremos anclar. Darle un nombre, aunque sea difícil (tranquilidad, serenidad, descanso, distensión, alegría, intensidad, decisión, nada me puede salir mal...) Lo importante no es la palabra, sino el evitar que la impresión de que lo que estamos haciendo es algo abstracto.
2. Buscar una imagen mental apropiada para la sensación. Normalmente se suelen usar imágenes sacadas de los recuerdos personales, pero podría ser cualquier cosa. Por ejemplo, para anclar la sensación de relax podría usar una imagen de mí mismo descansando en un jardín, tumbado en una hamaca.
3. Elegir un tema musical al que asociar la sensación. Normalmente buscaremos siempre un tema que nos guste. La música nos sirve por sí misma para recordar sensaciones. Lo que vamos a hacer es reforzarlo conscientemente. Es importante escoger un tema que ya nos sugiera un poco la sensación o el sentimiento que queremos anclar.
4. Buscar un lugar tranquilo en el que podamos no ser interrumpidos durante un rato largo. Tener a mano el tema, a ser posible poder escucharlo con auriculares.
5. Escuchar el tema una vez, disfrutando de la música.
6. Tumbarse y cerrar los ojos. Escuchar el tema por segunda vez. Sentir o revivir la sensación a la vez. Si ya la estamos viviendo a causa de lo que nos ha pasado, mejor que mejor. Si no es así, basta con revivir algún momento de nuestra vida en el que hayamos sentido lo que queremos reproducir. Al mismo tiempo, "ver" la imagen mental que hemos elegido, pero como si fuera en una TV de alta definición, en Blu-Ray... de la mejor forma posible. Con colores vivos, con todos los detalles, con imágenes grandes... Es muy importante que juntemos las tres cosas al mismo tiempo (sensación, música, imagen mental)
7. Cambiar de estado: Levantarse y caminar un par de pasos, pensar en otra cosa totalmente diferente, ir a beber un vaso de agua, atarse los cordones, cualquier cosa que nos sirva para romper con lo que hemos estado haciendo antes. Es muy importante cambiar de postura y de lugar físico, aunque sea sólo por unos segundos.
8. Repetir el paso 6 y el paso 7.
9. Volver a repetir los pasos 6 y 7 una o dos veces más SIN volver a la postura que teníamos en el paso 6 (sin tumbarse ni cerrar los ojos).
10. Cambiar de estado y dejar pasar al menos un par de horas. Comprobar si al escuchar la música sentimos la misma sensación de forma automática. Si no es así, repetir todo el proceso al día siguiente (o dejando pasar al menos 10 o 12 horas entre uno y otro).
Este proceso reproduce de forma explícita lo que nos pasa a veces de forma automática cuando escuchamos música que nos gusta.
Lo que me pasó a mí con el tema de Sin É es algo parecido, pero añadiéndole una ventaja que tiene la música folk: Los Sets.
Al escuchar diversos temas seguidos podemos también asociar diferentes sensaciones a cada uno, como si fuera un proceso. En mi caso, con The Barnsley Abacus, fue un proceso automático y muy terapéutico, pero no hay razón por la que no podamos hacer algo similar de forma deliberada.
Para explicar el proceso completo merece la pena escuchar el tema entero.
Del slow air del que hablábamos al principio, el tema pasa a The Monaghan Jig, uno de mis temas tradicionales preferidos, en modo menor y de carácter oscuro pero lo suficientemente movido como para no anclarlo en nada más que en el hecho de que las cosas se mueven hacia adelante. Después viene un tema un poco caótico, con una pequeña ruptura en el ritmo que sugiere cambio, caos e incertidumbre (y que me sirve también para incorporar un cambio de estado como los que se hacen en el punto 7 del proceso, aunque sea sólo a nivel musical). Este tema rompe con lo anterior hasta encontrar una salida, que acaba siendo una vuelta de Toss the Feathers, que en ese punto parece que dice "Alberto, ponte a hacer cosas".
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