Por fin llega el momento de hablar del plato fuerte del festival Celtic Connections y que, como no podría ser de otra forma, se trata de su impresionante cartel de conciertos. Ya hablamos hace tiempo de lo complicado que resulta hacer una selección de los conciertos que se quiere ver. Sin embargo, sea cuál sea esta selección, es casi imposible no acertar con un nivel medio tan alto. Además, en muchos casos, hay que sumar a todo esto la personalidad propia de muchos de los escenarios donde transcurre el festival y que, sin duda, también contribuyen a que la música suene aún mejor. Por desgracia, quedaron algunos por visitar como Òran Mór, The Nacional Piping Center o The Tron Theatre entre otros, pero si que fueron muchos otros los que hubo ocasión de pisar:
ABC
Curioso nombre para esta enorme sala de conciertos y, a juzgar por gigantesca bola de espejos en el techo, macro discoteca también. Es un buen sitio para conciertos de tamaño medio-grande, aunque puede resultar un poco frío si la entrada no es buena. Estuve allí durante las primeras canciones del concierto de Alison Brown porque quería llegar a otro concierto en la otra punta del centro de Glasgow. Práctica esta, por cierto, que desaconsejo totalmente, siendo preferible tomarse este festival de una forma relajada y no tratar de estar en dos sitios a la vez.
Era Alison una de las artistas a las que más ganas tenía de ver en Glasgow, dado lo complicado (por no decir imposible) que resulta escuchar por aquí a figuras importantes del bluegrass. Sin embargo, me decepcionó un poco; no por la incuestionable calidad de lo que pude escuchar, sino porque uno lo que esperaba era ver el banjo de Alison a diez mil revoluciones por minuto, como en su altamente recomendable álbum Fair Weather, y sin embargo el concierto transcurrió más por otros estilos. Totalmente injusta esta apreciación, lo reconozco, teniendo en cuenta que no pude escuchar el concierto completo, pero sí que lo hice durante su actuación dentro de los Education Concerts y la impresión fue un poco la misma. Se hizo acompañar el Alison Brown Quartet por el guitarrista John Doyle y el histriónico multiinstrumentista Joe Craven (serio candidato a la sección Folk Bizarro), contrapunto a la tibieza de la propia Alison sobre el escenario.
Antes que a Alison Brown escuchamos a los interesantes The Greencards, grupo en el que predominan las plácidas baladas country en la cálida voz de Carol Young. Aunque también se prodigan en temas rápidos bluegrass como Mucky the Duck, por el que han estado nominados en la categoría de mejor instrumental country de los Grammy 2008.
St Andrew’s in the Square
Con el permiso del Old Fruitmarket y en dura competencia con este, St Andrew’s es el espacio más bonito de todo el festival. Se trata de una iglesia del siglo XVIII, felizmente recuperada ahora como centro cultural tras haber caído en el abandono a finales del XX.
Fue precisamente aquí donde comenzó mi visita al Celtic Connections con el concierto de la violinista noruega Annbjørg Lien, otra de esas grandes artistas muy difícil de encontrar en nuestros escenarios. Aunque en realidad sería más preciso hablar de un concierto de Waltz with Me, nombre del próximo proyecto discográfico de Annbjørg, donde se hace acompañar de grandes músicos como Bruce Molsky, Christine Hanson y Mikke Marin; también presentes en el escenario. Sucede muy a menudo en este festival que es complicado poner un solo nombre propio a un concierto, siendo más adecuado hablar de un proyecto en el que participan varios geniales músicos de diferentes países. Sin duda fue este un gran comienzo para mi particular Celtic Connections.
La siguiente visita a St Andrew’s fue motivada por la noche que dio en llamarse The Irish Tradition y que era en realidad la suma de los conciertos de Zoë Conway y Cran. El de Zoë, excelentemente acompañada por el guitarrista John McIntyre, fue sencillamente uno de los mejores conciertos de todo el festival. El estilo exquisito y cristalino del violín de Zoë me trajo a la memoria otro no menos elegante, el de la igualmente irlandesa Nollaig Casey, también a caballo entre la música clásica y tradicional. Y de hecho, aprovechando el lugar donde nos encontrábamos y su excelente acústica, Zoë decidió incluir una brillante pieza clásica entre los múltiples reels, gigs y valses. Aunque aún más sorprendente fue su virtuosa versión de un tema del genial guitarrista de jazz Django Reinhardt. Y por si todo esto fuese poco, resulta que también tiene una bonita voz que, por desgracia, solo pudimos escuchar en un único tema. Viendo a Zoë en directo se entiende perfectamente que su álbum de debut fuese producido ni más ni menos que por Bill Whelan.
La noche la cerró Cran, con su evocación directa de la tradición oral irlandesa. Y fueron precisamente sus armonías vocales lo que más me gustó de este grupo, por encima de sus piezas instrumentales. Sin olvidar, eso sí, sus útiles consejos culinarios sobre la preparación del típico Staimpí irlandés, que se pueden encontrar en su web. Curiosamente, cuando llegué al Festival Club esa noche ya estaban allí tocando de nuevo, y aún sigo sin explicarme cómo lo hicieron, ¡porque yo fui directamente de un sitio al otro!
City Halls: Recital Room
Como su propio nombre indica se trata de una pequeña sala dentro del conjunto de los City Halls, que también incluye un gran auditorio y el propio Old Fruitmarket. Es la Recital Room una sala sencilla pero elegante e ideal para pequeños conciertos acústicos. Un buen lugar sin duda para calentar motores antes de acudir a escenarios mayores. Mayores únicamente en cuanto a tamaño, lo que no tiene ninguna relación con la grandeza musical de lo que en ellos se pueda escuchar.
Mis conciertos en esta sala comenzaron con los irlandeses, aunque residentes en Newcastle, Shona Kipling & Damien O’Kane. A la primera, lamentablemente, solo la pudimos ver aquí durante el festival. Sin embargo, la guitarra, el banjo y la templada voz Damien se pudieron escuchar en otros conciertos como los de Brian Finnegan o Flook. Fuimos muy pocos los que acudimos a este concierto (si, en Glasgow también pueden pasar estas cosas), aunque no por ello dejó de ser estupendo.
A medida que pasaban los días la entrada en esta sala iba mejorando, hasta llegar al lleno absoluto en el concierto del mítico violinista zurdo escocés Angus Grant, que cerraba las actuaciones en este espacio. Acompañado por Christine Hanson (sin duda el violonchelo más escuchado de todo el festival, ¡estaba en todas partes!) y Ross Martin, el violín de Angus sonó conmovedoramente natural y alejado de todo artificio, llevando la música tradicional a su más pura expresión. Y en ese mismo tono se pudo escuchar también a su hijo, de igual nombre y más conocido por ser el pintoresco violinista de Shooglenifty, que se unió para un par de temas al final del concierto, simplemente impagable. Como no podía ser de otra forma, el público despidió a Angus en pie y con una cálida ovación, mostrando gran veneración hacia este músico en uno de los momentos más entrañables de todo el festival.
Old Fruitmarket
Sucede en ocasiones que tras haber visto muchas fotos de un lugar, este decepciona cuando uno lo visita por primera vez. Pues bien, este no es, en absoluto, el caso del Old Fruitmarket. La recuperación de este antiguo mercado ha dado como resultado una de las salas de conciertos más bonitas y con más carisma de cuantas haya podido visitar. El iluminado techo abovedado de madera, los balcones metálicos que se asoman a la nave central y los añejos carteles de los puestos situados a modo de decoración forman un conjunto difícilmente superable. Si, definitivamente la música suena mejor aquí. (Nota de Alberto: Doy fe de ello)
Fue estupendo tener la oportunidad de ver allí a Cara Dillon por primera vez. Lo angelical de su voz está fuera de cualquier duda y su directo no hace más que confirmar lo que se puede escuchar en sus discos. Sin embargo, el sonido un tanto aséptico en ocasiones de sus temas de estudio se desvanece en directo, dejando paso a una reconfortante y cálida naturalidad. Toda una sorpresa además descubrir que Cara se atreve en sus conciertos con el whistle y, aunque tímidamente, también con el violín. Esa noche la cerró el magnífico cantautor Luka Bloom, capaz de llenar como nadie el enorme espacio del Old Fruitmarket sin más acompañamiento que su voz y su guitarra.
Para la esperada noche de Capercaillie, con las entradas agotadas desde mucho tiempo atrás, desaparecieron las mesas y sillas a pie de escenario, dando paso a un ambiente mucho más agitado en la abarrotada sala. Creo que esto, con el público más pendiente de la aparición en escena de los escoceses que de otra cosa, no le vino demasiado bien a la plácida música de Kirsty McGee, que presentaba en sociedad su nuevo proyecto Hobopop Collective. Música más adecuada para ambientes mucho más tranquilos, como ya hemos tenido la suerte de comprobar por aquí en un par de giras. En cualquier caso, su actuación terminó de forma álgida con una vívida Profit Song, en la que Kirsty se acompañó por un coro de lujo formado por Karine Polwart, Corrina Hewat y Annie Grace, invitadas especiales para la ocasión.
En el concierto de Capercaillie sonaron ya algunos de los temas su nuevo disco Roses and Tears, disco con cierto sabor a despedida como ya se comentó en esta misma página. Tal vez fuese esta la última ocasión de ver a Capercaillie en el Celtic Connections y nadie se lo quería perder. La actuación estuvo a la altura de lo que cabía esperar y la emoción se dejó sentir en el ambiente, especialmente en los temas lentos en los que la voz de Karen Matheson hacía contener la respiración al bullicioso público. Personalmente hubiese preferido un ambiente más tranquilo también para este concierto. Nunca llueve a gusto de todos, claro está, pero tampoco ayudó demasiado la cerveza que si me llovió desde la terraza superior (parece que no tenemos por aquí la exclusiva de estas cosas). Creo que fue algo totalmente accidental, aunque curiosamente no fui el único al que le pasó.
Royal Concert Hall
Es el centro neurálgico del Celtic Connections. Un laberinto de pasillos, escaleras y salas donde cada rincón está colonizado estos días: tiendas de discos, oficina de prensa, puestos de lutiers, talleres musicales, bares… y, por supuesto, los distintos escenarios; todo queda al servicio del festival. No tiene en realidad mucha más historia que la de cualquier moderno auditorio de cualquier ciudad, sin embargo, es sin duda en el que más y mejor música folk se ha escuchado de todo el mundo.
Una de las salas del Royal Concert Hall es la llamada Strathclyde Suite, donde pude disfrutar del nuevo y extraordinariamente coral proyecto de Brian Finnegan The Singing Tree. Brian se hace acompañar aquí por músicos de la talla de Cara Dillon, Jarlath Henderson o Trevor Hutchinson, hasta llegar a un total de trece sobre el escenario, para recrear la tradición musical de Irlanda del Norte. El resultado fue más que brillante. Antes que el propio Finnegan pudimos ver a los increíbles The Rooneys, seis hermanos irlandeses de los que uno, simplemente escuchándolos, jamás podría imaginar su corta edad. Todos ellos son muy buenos en sus respectivos instrumentos y su coordinación es simplemente perfecta. No en vano fueron uno de los grupos ganadores del Open Stage 2007. Tengo mucha curiosidad por ver a dónde puede llegar este grupo, partiendo ya de un nivel tan alto.
Siguiendo en la Strathclyde Suite, ya en el último día del festival, apareció en escena Patsy Reid. El de Patsy estaba dentro de la serie de tres conciertos New Voices, en los que el festival pide a otros tantos artistas que presenten un concierto con composiciones propias e inéditas, especialmente realizadas para la ocasión. Esperaba que este fuese un concierto de pequeño formato, así que me llevé una sorpresa al llegar a la sala y ver un escenario preparado para trece músicos, piano de cola incluido, y más aún cuando aparecieron allí a algunas caras conocidas como Aidan O’Rourke o Natalie Haas. El concierto transcurrió en un difuso punto intermedio entre la música tradicional y la clásica. De hecho, contábamos con un programa de mano y el concierto estaba dividido en tres movimientos. La ovación final fue, con total merecimiento, una de las mayores del festival.
El Celtic Connections 2008 iba tocando ya a su fin, y que mejor forma de hacerlo que con unas Transatlantic Sessions en el enorme auditorio del Royal Concert Hall. Solamente escuchar cómo el presentador nombraba a los participantes ya resultaba escalofriante: Joan Osborne, Tim O’Brien, Mindy Smith, Jerry Douglas, Russ Barenberg, Alison Brown, Bruce Molsky … en el lado trasatlántico y Aly Bain, Karen Matheson, Phil Cunningham, Eddi Reader, Donald Shaw, Michael McGoldrick, James Mackintosh… a este lado del océano. Encantado iría a un concierto de cada uno de ellos por separado y ahora tenía a todos ellos sobre el mismo escenario. La noche transcurrió por terrenos bastante tranquilos y sin caer para nada en tópicos de fácil acceso para el público. Aquí ya si que pude escuchar por fin a Alison Brown tocando auténtico bluegrass con una banda de lujo; banda que realmente era tal y para nada una colección de individualidades. También a Karen Matheson cantando puirt a beul al más puro estilo country, mezcla más que convincente esta. Curiosa la idea de montar una especie de sala de espera en el propio escenario (un par de sofás, una mesa de salón y una lámpara) para los músicos que no intervenían en cada canción; ¡cuando Phil Cunningham merodeaba por la zona parecían pasarlo aún mejor allí que tocando! Así, tras tres breves horas de concierto, el festival de este año llegaba a su fin, ya solo quedaba la última noche de un Festival Club con cierto sabor a despedida.
Mientras abandonaba el Royal Concert Hall me venían a la cabeza muchas imágenes de mi semana en Glasgow. Tal vez la más insistente de ellas era la de que, a pesar de la grandeza del concierto que acababa de presenciar, había disfrutado aún más de la música de esos conciertos más pequeños, aparentemente escondidos entre los grandes nombres de la programación y que raramente colgaban el cartel de "no hay entradas"
No hay comentarios:
Publicar un comentario