Este artículo apareció en el semanario Les Noticies en la edición del pasado Viernes. Por motivos de espacio, se publicó en el periódico tres semanas después de ser escrito, por lo que algunas referencias temporales son un poco antiguas, pero el tema es igual de válido.
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Escribo estas líneas (portátil mediante) desde el relativo confort de las sabanas de una cama, donde me encuentro recluido por segunda vez en dos semanas. Probablemente sea víctima de un virus normal y corriente, pero también es posible que el cuerpo me esté pasando factura por haber vivido una de las emociones musicales más fuertes de toda mi vida.
El día 19 de enero presencié lo que es y será probablemente el mejor concierto de mi vida en Santiago de Compostela. Moving Hearts, uno de los grupos irlandeses más míticos de la historia, dio allí su único concierto más allá del Reino Unido e Irlanda desde que se produjo la reunión de la formación. Allí estaban casi todos los miembros históricos de la banda, con Donal Lunny al frente, con un Davy Spillane en perfecta forma a pesar de su semi-retiro musical y un invitado especial en la persona del acordeonista Mairtin O’Connor, que sirvió para hacer aún más especial un concierto que ya cumplía con todas las expectativas antes de empezar.
Una hora y media de música más tarde salía uno del Auditorio Galicia tratando de ponerles palabras a los sentimientos experimentados. Afortunadamente el resto del pequeño contingente asturiano que habíamos hecho el viaje estaba en la misma situación. Lo que quedaba para esa noche era buscar la forma de deshacerse del exceso de adrenalina y el insomnio.
Como siempre, habrá quien piense que simplemente por el hecho de ser irlandeses ya estoy valorando a Moving Hearts por encima de lo que lo haría con un grupo local, o quizá de cualquier otro sitio. Nada más lejos de la realidad. Sencillamente nadie ha conseguido hacer lo que hicieron los de Donal Lunny entre mediados de los 80 y principios de los 90: Hacer rock en los términos de la música tradicional.
Hay cientos de grupos que hacen lo que llaman folk-rock. El 99% de los casos ese folk-rock es para mí rock-folk. Es decir, rock con pequeños (o no tan pequeños) componentes de folk. El grupo de rock-folk típico tendrá una sección rítmica de guitarra eléctrica, bajo y batería, que son la base para que se superpongan las melodías de la parte folk con instrumentos tradicionales. La base es puramente rock. En esta categoría encontramos ejemplos tan diversos en procedencias como Gwendal, Oysterband, Bad Haggis, Celtas Cortos, Los Niños de los Ojos Rojos, Horslips, Dixebra, La Col.lá Propinde, Burach, Waterboys, Os Diplomáticos, la última época de Wolfstone e incluso (más por temática que por instrumentación) Lucas 15, por ejemplo. En ellos, la parte de música tradicional está condicionada a la base rock. Rock primero, folk después.
Lo que hizo Moving Hearts fue darle la vuelta a la tortilla. “Folk-rock”, esta vez sí, llevando el rock al terreno de la música tradicional por obra y gracia de Mr. Lunny. Conservando la mayor cantidad posible de elementos del rock pero sin comprometer nunca la base tradicional, los “corazones” crearon en cierta forma un nuevo género. Folk primero, rock después. Más allá de Moving Hearts no hay muchos ejemplos más dignos de mencionar: Shooglenifty (gracias a James McKintosh), la segunda época de Wolfstone, 3 discos culminando en The Half Tail (crotesía de la cabeza pensante de Ivan Drever), una pequeña parte de la carrera de Michael McGoldrick con Toss The Feathers, quizás Eileen Iver & Immigrant Soul… Estamos ante un terreno que a pesar llevar abierto desde hace más de 15 años está casi sin habitar.
¿Y en Asturias? Nada de nada. Algunas pequeñas aproximaciones con Folkgando o Balandrán que fácilmente podemos encajar dentro la otra cara de la moneda, o quizás parte la música creada por Fernando Largo que quizá algún día salga a la luz (aún hay pequeñas joyas escondidas por ahí). En Asturias siempre ha sido popular el “rock folk” y quizá no se ha sentido la necesidad de explorar esta otra faceta. Al fin y al cabo, parece bastante más difícil de hacer bien y no promete mayores éxitos, sino más bien mayores dolores de cabeza. Sin embargo, viendo el éxito de Moving Herats y salvando las distancias, parece que podría merecer la pena.
Folk-rock o rock-folk, dos caras de la misma música. Iguales pero distintas a la vez.
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