Texto y fotos de
Oscar López GonzálezSin ninguna duda, los eventos más visibles del festival Celtic Connections son los grandes conciertos en el Old Fruitmarket o el Royal Concert Hall. Sin embargo, existen otro tipo de actos, más modestos en principio, pero que nos pueden deparar muy gratas sorpresas. Estos son los Education Concerts, el Open Stage y el Festival Club, que se llevan a cabo a lo largo de todo el festival.
Education Concerts
Como su propio nombre hace suponer, son conciertos orientados a los más pequeños. Aunque tampoco se trata de hacer conciertos especiales para ellos, sino de acercarles a la música en directo tal y como se puede escuchar en el resto del festival. En esta edición de 2008 han sido un total de nueve conciertos en esta sección y han pasado por ellos figuras de la talla de John McCusker, Unusual Suspects o Alison Brown, acompañados también por otros no tan ilustres jóvenes intérpretes. Resulta ciertamente espectacular presenciar uno de estos conciertos en un auditorio principal del Royal Concert Hall repleto de chavales de 8-14 años liberados por una mañana de la rutina de las clases y con muchas ganas de gritar, dar palmas y bailar. Aunque también con muchas ganas de escuchar: recuerdo el silencio que se hizo durante la fenomenal interpretación de Red is the Rose por parte de una banda escolar como uno de los momentos más emotivos de todo el festival. Sin duda es este un modelo a importar a nuestros festivales, que me temo que no se acuerdan demasiado de los más pequeños. Solo me vienen a la cabeza ahora mismo los igualmente aplaudibles conciertos infantiles del Getxo Folk, aunque son estos normalmente conciertos más pensados expresamente para niños, mezclando música con teatro, cuenta cuentos, etc…
Open Stage
Se celebra durante todas las tardes del festival en uno de los múltiples espacios del Royal Concert Hall. Es básicamente un concurso de nuevos talentos por el que cada tarde pasan cuatro o cinco grupos (lo que hace un total de en torno a ochenta) que compiten por hacerse hueco en la programación del festival del año siguiente. Por lo que he podido ver, este espacio no se limita únicamente al folk más puro, sino que deja espacio para otros estilos también presentes en el festival. La entrada es gratuita, lo que hacía que la sala se llenase todas las tardes y que se abarrotase en los días finales del festival.
El último día, en el que se presentaron los seis ganadores de esta edición, fue sencillamente genial. Para mí fue este uno de los momentos mayor calidad e intensidad de todo el festival. El paso por el escenario de los seis ganadores comenzó con John Langan, que consiguió, sin proponérselo, hacer que todo el público acompañase su estremecedora versión de la tradicional Wild Mountain Thyme. Le siguieron la violinista de las Shetland Maggie Adamson, de impresionante técnica y estilo con tan solo 15 años, la cantante de jazz-folk Debra Salem, la arpista y cantante galesa Bethan Nia, que incluyó una versión de Ready for the Storm de Dougie MacLean en su más que convincente actuación y el sólido duo de violín y piano que forman los también muy jóvenes Neil Ewart y Suzanne Houston. Nombres todos estos a recordar para el futuro, pero sobre todo el de los más ovacionados de la noche: Feolta (por desgracia no parecen tener aún página web o MySpace). Un cuarteto de violín, acordeón, bouzouki y bodhran que transmite una impresionante fuerza y desbordante alegría sobre el escenario. Se trata de estos grupos que hacen evidente en los conciertos lo mucho que están disfrutando con su música. Incluyeron un tema vocal e incluso un pequeño fragmento de danza irlandesa en su actuación. En su anterior actuación en el Open Stage estuvieron acompañados por el recientemente galardonado Ewan Robertson.
Aunque no actuaron esa noche, otros nombres a seguir son los de los “Open Stage Highly Recommended 2008”, que han sido: SqueezeBlawThrumpTickle, Adam McCulloch, Nerea Gourlaouen, Bratach Bana, Campbell Sisters, Skelpaig y All Jigged Out.
Festival Club
Mitad evento musical y mitad acto social, para muchos es lo mejor de todo el Celtic Connections. Y razones no faltan para ello. Se celebra durante todas las noches del festival en el mismo hotel donde se alojan los músicos, por lo que es un continuo desfile de músicos a los que has visto muchas veces sobre el escenario, pero en un ambiente totalmente distendido, tomando algo y charlando con los amigos. Así, es inevitable que se le pongan a uno los ojos como platos cuando se cruza continuamente con Cara Dillon por el pasillo del hotel, hace cola en el bar junto a Phil Cunningham para pedir algo o vé como Eddi Reader se sienta a su lado en el suelo, a pie de escenario, para seguir más de cerca los conciertos de un abarrotado Festival Club.
En lo estrictamente musical, el Festival Club supone una ocasión inmejorable para poder escuchar a los grupos que no se han podido ver durante esos días por el solapamiento de conciertos. Aunque, cuando uno llega cada noche al hotel, no tiene ni la más remota idea de quién puede aparecer sobre en el escenario, y esa es también parte de la grandeza de este Festival Club. Es por tanto, una pequeña caja de sorpresas, que puede deparar enormes alegrías y también algún que otro momento de hastío. Aunque creo que esto último es más por los niveles de saturación musical que se pueden alcanzar a altas horas de la madrugadas, después de todo un día de buena música en directo, que por otra cosa. También sucede en ocasiones que la cantidad de gente que se acumula allí es tal que sucede un poco lo que se comentaba por aquí hace unos días sobre el público y los músicos. De hecho las entradas para el Festival Club del último sábado se agotaron semanas antes y no pude asistir al mismo.
Sería ciertamente complicado mencionar aquí todos los conciertos brillantes que he presenciado en el Festival Club, así que me voy a limitar a la noche en la que más lo disfruté, la del miércoles 30 de Enero. Curiosamente fue esa una noche en la que el cansancio estuvo a punto de llevarme a la cama después del último concierto, pero por suerte decidí acercarme al final. Cuando llegué estaban colocando un arpa sobre el escenario: “buena señal”, pensé. Y así fue, salió al escenario la arpista galesa Harriet Earis (¡vaya, parece que todas las arpistas que he visto en este festival son de allí!) en formato de trio (arpa-contrabajo-percusión), trayendo consigo una gran bocanada de aire fresco. Y no solo por su original y dinámico estilo, bastante alejado de los sonidos clásicos del arpa (de los que, por cierto, soy gran adepto). También por la energía y entusiasmo contagiosos que mostraba sobre el escenario. Impagable poder ver en directo sus continuas muecas y gestos de complicidad hacía sus músicos. Las actuaciones que siguieron a la de Harriet no hicieron sino ir aumentando la temperatura del local. Empezando por una Michelle Shocked que hizo salir a tocar con ella a un buen número de espontáneos y siguiendo por los sorprendentes canadienses The Duhks, presentes en el festival como teloneros de Tim O’Brien y que consiguieron poner a buena parte del público a bailar. Gustaron tanto que repitieron un par de noches más tarde. Fue entonces, cuando ya parecía que la fiesta no podía ir a más, cuando salieron a escena nada menos que Shooglenifty (que curiosamente no estaban programados como tales en el festival, aunque sus músicos si que participaban en otros conciertos), de los que poco hace falta decir y que nos hicieron disfrutar, saltar y dar palmas como si de los ilusionados niños de los Education Concerts se tratase.
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