Artículo publicado en la última edición del semanario Les Noticies. Es una reelaboración de parte de los textos utilizados para el taller Averamientu a la Historia del Folk Asturianu a través de Audiciones.
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Hace casi dos años intentaba convencer a los hermanos Tejedor para eliminar la muñeira de Carcarosa del repertorio de la banda, pensando que es un tema muy conocido, muy tocado y del que se abusa bastante. Mi sugerencia fue respondida con miradas de incredulidad, pues ese es uno de los temas con los que el público reacciona más. Sea donde sea (tomo buena nota desde entonces) es bien cierto que es uno de los temas que más llegan al público. Es un tema atemporal, sin fecha de caducidad.
Cuando hablamos de música es importante entender que de la misma forma que existen temas con fecha de caducidad, también existe música atemporal que sigue teniendo hoy el mismo sentido que en el momento en el que se compuso.
Cristina del Valle, antigua componente de Amistades Peligrosas, en su primer disco en solitario, El Dios de las Pequeñas Cosas, sacó un tema que iba destinado a convertirse en el single del cd: Llega el 2000. El tema, pegadizo como él solo, tuvo un cierto éxito y cumplió su cometido, pero en cuanto pasó el 2000 no se volvió a hablar de él. Es un tema con fecha de caducidad incorporada, en este caso por la simple razón de que habla de una fecha en concreto.
Existen temas (y grupos) con fecha de caducidad incorporada aunque no tiene por qué ser tan evidente ni venir explícita en la letra de la canción. De hecho, el mercado discográfico está centrado en este tipo de música de éxito rápido pero efímero. Así, muchas veces vemos como una buena parte por grupos aparecen, publican un par de discos, venden bastante y luego desaparecen sin que la gente se acuerde de ellos. A las grandes discográficas les resulta mucho más sencillo vender caras nuevas que consolidar a los artistas ya existentes.
Existen temas (y grupos) con fecha de caducidad incorporada aunque no tiene por qué ser tan evidente ni venir explícita en la letra de la canción. De hecho, el mercado discográfico está centrado en este tipo de música de éxito rápido pero efímero. Así, muchas veces vemos como una buena parte por grupos aparecen, publican un par de discos, venden bastante y luego desaparecen sin que la gente se acuerde de ellos. A las grandes discográficas les resulta mucho más sencillo vender caras nuevas que consolidar a los artistas ya existentes.
Sin embargo, la creación musical también permite el efecto contrario. Cada poco nos vamos a encontrar con piezas que no tienen fecha de caducidad y que significan lo mismo hoy que el día en que se escucharon por primera vez. Son piezas que de alguna manera “conectan” con el público, que las integran en su vida. Las Cuatro Estaciones de Vivaldi son atemporales, Yesterday de The Beatles, With or Without You de U2 o incluso muchos temas de Roxette son buenos ejemplos de música atemporal. La mayor parte de los artistas famosos que tienen una larga carrera es porque son capaces de crear una cantidad decente de piezas atemporales.
Y aquí es donde entra el gusto personal a la hora de que una pieza se haga atemporal, ya que es normal que cada uno se forme su propia fonoteca mental de temas atemporales.
Como medida de reconocimiento para decidir si un tema es o no atemporal para mí suelo escuchar sin preocupaciones el tema en cuestión y tratar de estimar lo que dura sin mirar el reloj. Si el tema dura poco pero a mí se me hace más largo o, en caso contrario, un tema de 4 o 5 minutos parece que sólo dura 2 o 3, es buena señal. La música atemporal no lo es sólo por tener sentido en cualquier momento, sino porque también nos distorsiona nuestra capacidad de medir el transcurso del tiempo. Y es que el tiempo para más rápido cuando estás disfrutando.
Cuando hablamos de música tradicional, el “filtro” de atemporalidad en muchos casos ya se ha aplicado previamente. Por definición, la música tradicional se transmite de forma oral, por lo que los temas que “sobreviven” al paso de las generaciones son los que directamente conectan con las personas, los que crean un vínculo emocional con el músico/cantante o el que los escucha. Eso hace que en la producción de folk, sea de la procedencia que sea, tengamos una base con más temas atemporales que gran parte del resto de tipos de música.
El Chalaneru, Rigu Esva, el Pasucáis de la Villa, la Añada de Miyares, la Añada pa Gael, Tierra, los Fayeos de Mayo o Brañes d’Antanu son algunos de esos temas atemporales del folk asturiano. Beber de fuentes tradicionales nos permite conectar directamente con esos aspectos musicales que son difícilmente plasmables en una partitura.
Y aquí es donde entra el gusto personal a la hora de que una pieza se haga atemporal, ya que es normal que cada uno se forme su propia fonoteca mental de temas atemporales.
Como medida de reconocimiento para decidir si un tema es o no atemporal para mí suelo escuchar sin preocupaciones el tema en cuestión y tratar de estimar lo que dura sin mirar el reloj. Si el tema dura poco pero a mí se me hace más largo o, en caso contrario, un tema de 4 o 5 minutos parece que sólo dura 2 o 3, es buena señal. La música atemporal no lo es sólo por tener sentido en cualquier momento, sino porque también nos distorsiona nuestra capacidad de medir el transcurso del tiempo. Y es que el tiempo para más rápido cuando estás disfrutando.
Cuando hablamos de música tradicional, el “filtro” de atemporalidad en muchos casos ya se ha aplicado previamente. Por definición, la música tradicional se transmite de forma oral, por lo que los temas que “sobreviven” al paso de las generaciones son los que directamente conectan con las personas, los que crean un vínculo emocional con el músico/cantante o el que los escucha. Eso hace que en la producción de folk, sea de la procedencia que sea, tengamos una base con más temas atemporales que gran parte del resto de tipos de música.
El Chalaneru, Rigu Esva, el Pasucáis de la Villa, la Añada de Miyares, la Añada pa Gael, Tierra, los Fayeos de Mayo o Brañes d’Antanu son algunos de esos temas atemporales del folk asturiano. Beber de fuentes tradicionales nos permite conectar directamente con esos aspectos musicales que son difícilmente plasmables en una partitura.
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