En mi opinión, la creación y la interpretación musical no es sólamente algo destinado a la autosatisfacción personal, sino también algo destinado a un oyente. Está bastante claro que lo primero, al menos para los que no vivimos de la música, es hacer lo que te gusta. Pero no es suficiente. Hay que encontrar ese punto medio entre lo que nos satisface y lo que puede comunicar algo al público general.
La música es un medio de comunicación que tiene, como todos los demás, emisor y receptor. Si el emisor (el músico, el instrumentista, el grupo) emite usando una terminología diferente a la del receptor (el público de un concierto, la persona que escucha un CD), la comunicación falla. La gente no se entera. Podemos tener a un tremendo músico haciendo maravillas sin que nadie en el público se entere de lo que pasa.
Seguro que muchos habréis oido decir a personas que no son aficcionadas al folk que todos los temas parecen iguales. Lo cierto es que para una persona que no está acostumbrada a este tipo de música, el folk resulta ser mucho más difícil de entender. A nivel rítmico, la simple presencia de tiempos de base ternaria (6/8 etc...), que són menos accesibles a nivel intuitivo que los binarios. Por eso para una persona de a pié es más difícil recordar una muñeira o una giga que un reel . A nivel melódico las melodías tienen por regla general un mayor número de notas (hablando de figuración) que las que podemos encontrarnos a cualquier hora en los 40 principales. Sin embargo, a nivel armónico el folk es sólo un poquito más complejo que el rock (y sólo a veces) e infinítamente más sencillo que el jazz o la música clásica.
Esto lo saco a raiz de una teoría que escuché comentar al guitarrista americanoirlandés John Doyle. Doyle decía que intentaba siempre simplificar las melodías a traves del acompañamiento. De esta manera, si a álguien le resulta muy difícil engancharse a la melodía, puede intentar engancharse a una especie de segunda melodía a través de las tónicas de los acordes del acompañamiento y de la sensación (o falta de sensación) mayor o menor de los mismos.
Pero hay que tener en cuenta que simplificar no significa hacer menos interesante. Hay que tratar de darle ese interes a través de otros medios (la misma melodía, segundas voces, dinámica, panoramizaciones, cambios armónicos...). Pero creo que hay que tratar de partir de una base que sea accesible para cualquiera.
Esta filosofía del acompañamiento es algo sobre lo que venía pensando e intentando incorporar a lo que hago a nivel musical desde hace bastante tiempo, pero no había tratado de formularla de forma explícita hasta oir los comentarios de John Doyle. También me hace sentir bien saber que uno de los guitarristas que más me gustan piensa de forma parecida a la mía (o más bien, yo pienso parecido a él).
A pesar de haber escrito una parrafada que sin duda no será del todo inteligible para los no iniciados (ojalá sí), ya va siendo hora de comenzar a utilizar lo que los ingleses llaman la teoría KISS ("Keep It Simple, Stupid!" o en castellano menos castizo "¡Que Sea Sencillo, Bobo!"). Cuanto más sencillo sea el concepto, mejor.
La música es un medio de comunicación que tiene, como todos los demás, emisor y receptor. Si el emisor (el músico, el instrumentista, el grupo) emite usando una terminología diferente a la del receptor (el público de un concierto, la persona que escucha un CD), la comunicación falla. La gente no se entera. Podemos tener a un tremendo músico haciendo maravillas sin que nadie en el público se entere de lo que pasa.
Seguro que muchos habréis oido decir a personas que no son aficcionadas al folk que todos los temas parecen iguales. Lo cierto es que para una persona que no está acostumbrada a este tipo de música, el folk resulta ser mucho más difícil de entender. A nivel rítmico, la simple presencia de tiempos de base ternaria (6/8 etc...), que són menos accesibles a nivel intuitivo que los binarios. Por eso para una persona de a pié es más difícil recordar una muñeira o una giga que un reel . A nivel melódico las melodías tienen por regla general un mayor número de notas (hablando de figuración) que las que podemos encontrarnos a cualquier hora en los 40 principales. Sin embargo, a nivel armónico el folk es sólo un poquito más complejo que el rock (y sólo a veces) e infinítamente más sencillo que el jazz o la música clásica.
Esto lo saco a raiz de una teoría que escuché comentar al guitarrista americanoirlandés John Doyle. Doyle decía que intentaba siempre simplificar las melodías a traves del acompañamiento. De esta manera, si a álguien le resulta muy difícil engancharse a la melodía, puede intentar engancharse a una especie de segunda melodía a través de las tónicas de los acordes del acompañamiento y de la sensación (o falta de sensación) mayor o menor de los mismos.
Pero hay que tener en cuenta que simplificar no significa hacer menos interesante. Hay que tratar de darle ese interes a través de otros medios (la misma melodía, segundas voces, dinámica, panoramizaciones, cambios armónicos...). Pero creo que hay que tratar de partir de una base que sea accesible para cualquiera.
Esta filosofía del acompañamiento es algo sobre lo que venía pensando e intentando incorporar a lo que hago a nivel musical desde hace bastante tiempo, pero no había tratado de formularla de forma explícita hasta oir los comentarios de John Doyle. También me hace sentir bien saber que uno de los guitarristas que más me gustan piensa de forma parecida a la mía (o más bien, yo pienso parecido a él).
A pesar de haber escrito una parrafada que sin duda no será del todo inteligible para los no iniciados (ojalá sí), ya va siendo hora de comenzar a utilizar lo que los ingleses llaman la teoría KISS ("Keep It Simple, Stupid!" o en castellano menos castizo "¡Que Sea Sencillo, Bobo!"). Cuanto más sencillo sea el concepto, mejor.
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